Las redes sociales son un camino de ida.
No me siento mal, simplemente caí en un producto perfectamente diseñado por programadores, neurólogos, psicólogos, publicistas, para estimular el cerebro en las áreas justas.
Tu like, me dice que lo que yo hago, “te gusta”.
Tu follow, me dice que lo que yo hago, “me sirve”.
Tu mensaje privado, me dice que lo que yo ofrezco “lo necesitás”.
Y de golpe, las horas de uso del celular pasan a más de 8, seguís, te siguen, diseñás, publicás, que @, que #, que like, que share, que, que.
Y asi, algunos años después, las cosas cambian, porque somos miles haciendo lo mismo, y lograr todo eso se pone más picante.
Esa recompensa inmediata que tanto gusta, cuesta y tarda en llegar.
Cómo puede ser que me veían miles, y ahora me ven decenas. Cómo puede ser, si lo que yo hago es igual de bueno.
Y ahí me di cuenta de dos cosas.
Uno: ¿por qué empecé yo en redes, cuando no existían los influencers como especie?
Empecé cuando me fui a estudiar, para estar cerca de la familia que dejaba en el Sur.
Luego, años adelante, empecé a mostrar qué se siente ser veterinario, para cambiar un poco el mundo, o al menos…mí mundo.
Así, así de simple. Esos fueron mis dos motivos.
Me acuerdo el día que, aún en facebook, alguien compartió mi álbum de caricaturas de Albeitar en un grupo internacional de veterinarios, y tuve por primera vez +99 de notificaciones.
Y luego me fui a Chile, y me conocían.
Y luego quise sacar un libro, y me ayudaron.
Y luego fundé mi veterinaria, y me siguieron.
Y ahora, hay días que lo que publico, lo ven 10 personas.
No sé si alguien lee este blog.
Y yo soy tan boluda…como para fijarme en eso. En la punta, no en el iceberg.
Dos. ¿Para qué sigo en redes?
Porque tengo algo que decir. Porque hay cosas que no sé, y cosas que sé, y otros no, y por acá puedo dar y recibir saber.
Porque quiero dar apoyo. Porque necesito ese apoyo cuando la profesión es ingrata. Porque los vetes somos legión, y nos ayudamos, y nos conectamos por acá.
Porque crecí, crezco, cambio, y tengo testigos, maestros, y gente a la par.
Al carajo si eso al algoritmo le parece poco.
Igualmente…¿poco qué?
Recién conté.
Hoy, en este día, casi 100.000 personas en todas mis redes me ven, leen, escuchan, a propósito, porque siguen mis cuentas.
¡A mi!
Una vete que dibuja, a veces baila, estudia y explica cosas.
¡Hay pueblos más chicos que eso!
Lali Espósito llenó el estadio Vélez…¡Con la mitad de esas personas!
Y ni hablar de los que me tienen que ver porque alguno de los cien mil lo comparte…
Cientos de miles de personas que alguna vez en la semana, escuchan sobre BARF, vacunas, Dandelion, Medicina, Rabia…
Así que FUCK con todo el malestar de estar banneados.
A la mierda con que una publicación no se vea.
Un amigo me dijo: vos tenés dos trabajos. Médica y persona de redes. Y la verdad es que las redes me dan laburo de médica, tangible. Y no estamos como para desperdiciar trabajo.
Tengo muchos pacientes gracias a esto.
Obvio que me importa.
Seguiré adaptándome a lo que Mark o Musk o Bezos vayan pidiendo.
Porque eso no sólo me da de comer, si no que me permite progresar en lo laboral, personal, y espiritual incluso.
Pero hoy…hoy…me tengo, me QUIERO detener, en que hay alguien dentro de un universo de 100 mil personas, que ELIGEN verme, leerme o escucharme.
Y no sólo eso: un enorme porcentaje de ellos, de ustedes,
me saludan por mi cumpleaños,
por el día del vete,
me visitan si pasan por El Bolsón,
me ayudan,
me piden ayuda,
me cuentan sus historias,
se identifican conmigo, con mi caricatura,
me dan su teléfono,
me compran libros, me piden turno, me pasan pacientes,
se emocionan con lo que escribo,
me contactan con diarios, revistas,
me hacen notas,
me invitan,
me felicitan, me aplauden, o me defienden cuando aparecen los haters;
me desean buen finde, buen descanso o felices vacaciones.
No es poco.
Es un montón, de hecho.
Es un re privilegio.
Quiero seguir creciendo en todo, incluso en redes.
Pero no quiero crecer desestimando que detrás de las estadísticas hay personas con vidas a cuesta, que me regalan su confianza, su tiempo, y amistad, como si tener su atención fuera mi derecho y no su voluntad.
Como ofrenda, les digo que seguiré intentando hacer lo que para mí es una divulgación médica útil e inspiradora, lo mejor que pueda.
Como devolución, muchas (MUCHAS) gracias.
Dandelion.
Pau