En la recepción de mi vete, a la tarde entra un sol divino.
Cuando tengo dos segundos, me siento ahí a tomar un café o un mate.
Y a pensar. Una tarde de septiembre 2021 con el solcito pegándome en la nuca, me senté ahí y me puse a recorrer con la vista, la sala de espera de mi clínica:
Me detuve frente al exibidor de alimentos balanceados, y empecé a leer:
- “70 % de proteina animal” (del 30%; o sea que el que no reza eso…tiene menos del 70 del 30 de origen animal!!)
- “Refuerza el sistema inmune” (con qué libertad se escribe cualquier cosa en los paquetes…#Inchequeable, diría mi hermano).
- “Active body mind plus artro stop super wow” (jaja, dicen cosas así. Inchequeable x2).
- “Sin conservantes” (pero un grano de alimento dura como 500 años)
Cuando abrí Los Andes, recuerdo haberme puesto a leer con mucho detenimiento lo que ofrecían las marcas, y con total honestidad y convencimiento elegí un par de marcas para “recomendar sin verguenza”.
Mi perrhijo Nome, era 50% alimentado con eso.
Obviamente recomendaba algo que yo usaba en mi propio perrito. Así de mucho respeto a mis pacientes.
Pero en septiembre de 2020, un año antes de este momento, lo diagnostiqué con un fibrosarcoma sólido de alto grado. Se me fué en menos de tres meses.
En su proceso de enfermedad, no quiso volver a tocar un solo grano de balanceado.
Y cuando salí del pozo de tristeza, cosa que me llevó cerca de medio año, empecé a investigar.
No sé si fui yo. No sé si fue el balanceado. No sé.
Pero ante la posibilidad, nuncamas.
Empecé a estudiar nutrición.
Empecé a ver cosas que estaban ahí pero que no veía.
Empecé a intervenir de otras formas en los procesos de salud y enfermedad de mis pacientes.
Y me decidí a no participar más en el circuito de la COMIDA CON MARCA.
Siempre digo que no sé si estoy más enojada con la facultad, porque reviso y no encuentro ni trazas de nutrición en mis apuntes, o con el marketing de los balanceados.
Pero ni culpa ni enojo sirven por sí mismos.
NI PRETENDO HACER SENTIR CULPABLE A NADIE.
Todos hacemos lo que creemos mejor con lo que sabemos.
El desafío es hacer algo, salir de la caja. Y ayudar a salir a otros, al que quiera.
Agarré todo lo que me dejó el fatídico 2020 y lo canalicé en lo que mejor sé hacer: estudiar.
Y voy siendo una más de los que tratan de despertar.