“Hay dos tipos de personas malignas. Los que hacen el mal, y los que viéndolo, no hacen nada por detenerlo. Esos son cómplices”
Soy el veterinario que terminó en el hospital. Al que le robaron. Al que le rompieron los vidrios. Al que escracharon. El que tuvo que cerrar. El que se bancó a los medios en la puerta fogoneando el escarnio público.
Soy al que en vez de doctor, le dicen hijo de puta, maldito, asesino, comerciante, mataperros.
Soy al que en vez de feliz día el 6 de agosto, le desean ojalá te quedes sin trabajo, ojalá te saquen la matrícula. Ojalá te mueras, ojalá nadie más te traiga animales.
Soy el veterinario que hacen ir a un domicilio a las 2 am y no le pagan. Soy al que le hacen abrir la veterinaria en navidad, y no van.
Soy el veterinario que salió corriendo de una cita, de un cumpleaños, de otro laburo, de una clase, porque vos tenías una urgencia de hacía 3 días.
Soy el veterinario al que le cargás tu irresponsabilidad de tener mil perros sin vacunas, 40 gatos hacinados.
Soy el veterinario que paga municipio, AFIP, alquiler, proveedores de farmacia, descartables, sueldos, imprenta, patológicos, capacitaciones, instrumental, equipamiento en dólares, servicios. Y al que le preguntan “¿por ‘esto’ me vas a cobrar?”
Soy al que le usurpan el nombre y la matricula, al que le roban pacientes.
Soy el veterinario al que le cierran la puerta de un golpe, al que le abandonan un animal muerto, una caja de cachorros; soy al que lo señalan con el dedo, al que no le creen, no le aceptan, le discuten y le regatean.
Soy el veterinario que escucha tu separación, tu enfermedad, la de tu viejo, la de tu hijo, tu embarazo, tus problemas de laburo, de guita, tu mudanza, que tu ex se quiere quedar con el perro, que te ve llorar, que calma tus miedos, y que achica tu ignorancia.
Soy el veterinario al que se le prohíbe tener vida privada, y menos, una vida complicada.
Soy el veterinario especialista al que todos quieren pero nadie valora.
Soy el veterinario que osa vivir de su profesión.
Somos uno.
Tocan a uno y tocan a todos.
Dijo Dante, el círculo más quemante del infierno está reservado para aquellos que permanecen neutrales en épocas de crisis moral.